Toyota Plaza Oeste | Bruno Fritsch

El mejor lugar para adquirir tu auto nuevo, excelente atención, muy buenas opciones.

Muy buena atención

No se merecen ninguna estrella. Más de un año esperando la devolución de la reserva. Lo único que hacen es derivarme a diferentes personas pero ninguno hace nada.

Pésima atención, busquen otra concesionaria u otra sucursal, el vendedor (no sé su nombre pero no era chileno) respondía sólo ambigüedades respecto al vehículo que quería comprar, yo pregunté por el modelo básico en base a mi alcance económico disponible y comenzó a decir del vehículo en vitrina sólo era 2M más caro, 1ero me parece una falta de respecto meterse al bolsillo de otra persona, luego que el modelo que yo quería no me podía asegurar que llegara en 1, 2 o 3 meses, que no podía asegurar el color, que el seguro no podía decirme el valor.Mala voluntad, machismo no lo sé (a evaluar que todos los comentarios negativos anteriores sean de mujeres y no así de hombres) en Chile las mujeres compramos autos, sabemos de autos.No compraré ahí, ya concreté con Portillo la compra, dejé un correo con más detalle de todos los comentarios desafortunados del vendedor.

PÉSIMA ATENCIÓN, Los hombres que atienden no saben trabajar, se dedican a burlarse de los clientes y van a mirarse la cara entre ellos ya que no hacen nada

Pésima atención, el día 5 de enero 2019 me acerqué a comprar un Toyota Rush. Iba a dar en parte de pago mi vehículo, sin embargo la persona encargada de tasar el auto me trató de saco de huea" por no poner el auto donde él quería. Todo esto sin yo tener una clara instrucción de dónde era el lugar adecuado para realizar la tasación."

Los vendedores no salen de su oficina y cero empatia para atender y solo dicen no hay stock entrega para 4 meses

Deficiente atención por parte de la vendedora, y el jefe aún más. De muy mala gana te atienden, casi hay que pedirle que por favor te muestren el auto como corresponde. Quería comprarme un Toyota, pero preferí elegir otra concesionaria y ahí lo compre. No me iba a prestar para pasar malos ratos.Pagar para que me trataran como que no estuviera ahí. Sobre todo porque no andaba comprando bolitas de dulces.